La trampa de las licencias de códecs de vídeo: cuando HEVC encarece el futuro y empuja hacia estándares abiertos

Durante años, el usuario medio ha dado por hecho que su móvil graba vídeo, su televisor lo reproduce y su ordenador “lo mueve todo” sin problema. Pero detrás de cada reproducción fluida en 4K hay una pelea silenciosa de patentes, royalties y acuerdos opacos. Y uno de los grandes protagonistas de ese conflicto es HEVC (H.265), el estándar de compresión que debía suceder a H.264 y que ha terminado convertido en símbolo de cómo un modelo de licencias puede lastrar a toda una industria.

Las recientes subidas de tarifas y cambios en los programas de licencias para HEVC no son un detalle menor: están empujando a fabricantes, plataformas y desarrolladores a buscar refugio en estándares abiertos y, en teoría, sin royalties, como AV1. Pero el camino está lejos de ser limpio y sencillo.


Céntimos por dispositivo, millones en la cuenta de resultados

HEVC no es un códec “abierto”: usarlo implica pagar. Su uso comercial está sujeto a patentes agrupadas en varios “pools” de licencias, entre ellos HEVC Advance, hoy gestionado por Access Advance. Estos pools cobran un canon por dispositivo compatible, y el importe depende del volumen, la categoría de producto y otros factores.(Access Advance)

En 2025, Access Advance anunció que, a partir del 1 de enero de 2026, las tarifas de HEVC se actualizarán para alinearse con la estructura de precios de su programa para VVC (H.266), otro códec aún más avanzado. El mensaje para los fabricantes es sencillo: si quieres soporte HEVC y VVC, prepara la cartera hasta, al menos, 2030.

Sobre el papel, hablar de 0,20 o 0,24 dólares por dispositivo no parece dramático. Pero si se multiplica por decenas de millones de portátiles, móviles, televisores o set-top boxes al año, lo que eran céntimos se convierten en millones. Y en un mercado de hardware donde los márgenes son finísimos, esa diferencia se nota.

Es ahí donde se empiezan a ver efectos colaterales: fabricantes que desactivan soporte HEVC por hardware en gamas de entrada, NAS que dejan de transcodificar ciertos códecs en el servidor o dispositivos que pierden funciones “invisibles” para abaratar la factura de licencias. El usuario no ve el contrato de patentes; lo que ve es que su equipo nuevo hace menos cosas que el antiguo.


HEVC: un estándar técnicamente brillante con licencias rotas

Técnicamente, HEVC es un éxito: permite comprimir vídeo con mucha más eficiencia que H.264, algo clave para 4K, HDR y streaming masivo. Pero desde el principio arrastró un problema grave: un ecosistema de patentes fragmentado y poco predecible, con múltiples pools compitiendo y titulares de patentes fuera de cualquier acuerdo conjunto.

Ese modelo se ha traducido en:

  • Incertidumbre para quien quiere implementar el códec: ¿a quién hay que pagar?, ¿cuánto?, ¿qué pasa si aparece un nuevo pool?
  • Riesgo legal: el miedo a reclamaciones por patentes “no declaradas” ha sido real y ha frenado a muchos actores, especialmente en el mundo del software libre.
  • Costes acumulados: dispositivos, servicios de streaming y fabricantes de chips han tenido que repercutir las licencias de una u otra forma.

El resultado: un estándar que, pese a ser omnipresente en ciertos segmentos (cámaras, broadcast, almacenamiento profesional), nunca ha alcanzado el despliegue masivo y pacífico que tuvo H.264.


Cuando la licencia manda más que la tecnología

Los efectos de este modelo ya no son teóricos. Hay decisiones muy concretas que se explican, en buena parte, por la suma de costes y complejidad de las licencias de códecs propietarios:

  • Synology anunció en 2024 que dejaba de ofrecer transcodificación de HEVC, H.264 y VC-1 en sus sistemas DSM y BeeStation OS, trasladando el trabajo de decodificación a los dispositivos cliente (móviles, televisores, ordenadores). Su argumento oficial: esos dispositivos ya soportan los códecs y el cambio mejora la eficiencia del servidor. De fondo, se evita el coste y la carga de gestionar esas licencias a escala.
  • Grandes fabricantes de PC han empezado a desactivar HEVC por defecto en determinados portátiles, a pesar de que el procesador integra el motor de decodificación. El códec puede recuperarse comprándolo en la tienda de software o usando reproductores de terceros. Sobre el papel, el hardware está; pero el soporte “oficial” se vende aparte o desaparece silenciosamente.

En todos estos casos, el patrón se repite: la tecnología existe, funciona y está probada. Lo que cambia es la ecuación económica y legal. Cuando la factura de patentes sube, el incentivo para recortar prestaciones, mover la carga al usuario o buscar alternativas abiertas se dispara.


AV1: la válvula de escape (casi) libre de royalties

En respuesta a este panorama, algunos de los actores más poderosos de internet —Google, Netflix, Amazon, Microsoft, Meta, entre otros— impulsaron la creación de la Alliance for Open Media (AOMedia) y el desarrollo de AV1, un códec moderno diseñado desde el inicio para ser abierto y, en principio, libre de royalties.

AV1 ofrece una eficiencia de compresión muy competitiva y está ganando apoyo rápido:

  • Plataformas como Netflix, YouTube, Amazon Prime Video, Instagram Reels o Discord ya lo usan en parte de sus catálogos o flujos de vídeo.
  • Fabricantes de hardware como Apple, Intel, AMD y Nvidia han incorporado soporte de decodificación AV1 en sus chips recientes, y las nuevas GPU y SoC llegan con codificación por hardware cada vez más extendida.

Pero incluso aquí la historia es menos limpia de lo que sugiere la etiqueta “royalty-free”. Por un lado, codificar AV1 requiere más potencia y tiempo que códecs anteriores, lo que complica su adopción en entornos con recursos limitados o en tiempo real. Por otro, han surgido patent pools, como el de Sisvel, que reclaman licencias sobre implementaciones AV1, y organizaciones como IP Europe han criticado la narrativa de “cero costes” alrededor de estos estándares.

El resultado es una paradoja: AV1 se presenta como alternativa a los modelos de licencias cerradas, pero vive bajo la amenaza constante de que aparezcan reclamaciones de patentes que ensucien su condición de estándar libre.


VVC (H.266): el déjà vu de las patentes

Mientras la industria debate qué hacer con HEVC y AV1, el siguiente estándar propietario ya está aquí: VVC (H.266), pensado para reducir aún más el ancho de banda necesario —hasta un 50 % respecto a HEVC— y adaptarse a 4K, 8K y casos de uso emergentes.

Sobre el papel, VVC es una maravilla de ingeniería. En la práctica, vuelve a estar rodeado de licencias RAND (Reasonable And Non-Discriminatory) y de al menos dos grandes pools de patentes (Access Advance y Via Licensing). El propio nacimiento del foro MC-IF se concibió, en parte, para intentar evitar otro desastre como el de HEVC… pero los hechos muestran una realidad tozuda: varios grandes titulares de patentes siguen fuera de cualquier pool y el modelo vuelve a ser complejo y potencialmente caro.

Es difícil no ver aquí un patrón: cada nueva generación propietaria mejora la eficiencia, pero arrastra consigo una nueva capa de costes, incertidumbre y fricción para todo el ecosistema.


Un modelo agotado para una economía del vídeo ubicuo

El problema de fondo no es solo cuánto se paga por cada códec, sino qué tipo de innovación incentiva este modelo. En un mundo donde el vídeo está en todas partes —redes sociales, videollamadas, juegos, educación, vigilancia, realidad aumentada—, hacer depender cada salto tecnológico de un laberinto de patentes y pools rivales parece cada vez más insostenible.

Las consecuencias ya son visibles:

  • Fabricantes que recortan funciones o las dejan en manos de software de terceros.
  • Plataformas que ralentizan la adopción de nuevos códecs por miedo a encadenarse a licencias opacas.
  • Proyectos de software libre que evitan implementar ciertos estándares por el riesgo legal.

Mientras tanto, los usuarios pagan dos veces: con productos que hacen menos de lo que podrían… y con una factura indirecta, a través de servicios de streaming y dispositivos más caros porque tienen que financiar esa maraña de licencias.


Hacia estándares abiertos con reglas más claras

La salida no es trivial. Incluso los estándares autoproclamados “royalty-free” necesitan mecanismos para gestionar el riesgo de patentes ocultas. Pero el contraste entre modelos como el de HEVC/VVC y el de alianzas como AOMedia deja claro que el sector se está moviendo, quiera o no, hacia esquemas más abiertos y predecibles.

A corto y medio plazo, es probable que convivan varios mundos:

  • Códecs propietarios (HEVC, VVC) en sectores donde los acuerdos de licencia son asumibles y la eficiencia extrema se paga (broadcast, producción profesional, determinadas verticales).
  • Códecs abiertos (AV1 y los que vengan) como columna vertebral del vídeo en la web y el streaming masivo, especialmente en plataformas que pueden presionar para que el hardware los adopte.
  • Soluciones híbridas, con capas de mejora (como LCEVC) que envuelven códecs base y tratan de optimizar tanto los bits como la factura de licencias.

Lo que sí parece claro es que el modelo de “códec brillante + caos de patentes + tres pools incompatibles + subidas periódicas de precios” está perdiendo legitimidad. Cada vez que un fabricante desactiva HEVC en un dispositivo o un proveedor deja de dar soporte a ciertos formatos en el servidor, está enviando un mensaje: la forma en que se han gestionado las licencias de vídeo hasta ahora no encaja con la realidad de 2025.

La próxima gran batalla no será solo por unos cuantos puntos de eficiencia de compresión, sino por quién controla las reglas del juego: si un puñado de pools de patentes, o consorcios abiertos que, aun con sus imperfecciones, intentan que el vídeo del futuro no dependa de una factura de royalties que crece cada año.

vía: HP y Dell desactivan el soporte HEVC

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