¿Se imagina conducir con una cámara oficial del gobierno instalada en el coche, grabando todo lo que ocurre delante del parabrisas? Eso es exactamente lo que ya está ocurriendo en Hawái. El Departamento de Transporte del estado (HDOT), en colaboración con la Universidad de Hawái y la empresa Blyncsy, ha lanzado Eyes on the Road, un programa que reparte 1.000 cámaras inteligentes a conductores voluntarios para vigilar el estado de las carreteras… y también el comportamiento al volante.
La idea es sencilla: aprovechar cada trayecto cotidiano como si fuera una pequeña inspección técnica. Mientras las personas conducen con normalidad, las cámaras registran la vía y una plataforma de inteligencia artificial analiza las imágenes casi en tiempo real para detectar problemas de seguridad y mantenimiento.
Un laboratorio rodante con 1.000 cámaras
Las cámaras elegidas son modelos Nextbase iQ, capaces de grabar en alta definición, geolocalizar los vídeos y enviar los datos mediante una conexión móvil. La instalación se realiza en minutos y se alimentan a través del coche, de modo que el conductor no tiene prácticamente que preocuparse de nada.
El reparto por islas busca cubrir la mayor parte posible de la red viaria:
- Isla Grande: 390 cámaras
- Maui y alrededores: 245 cámaras
- Oahu: 250 cámaras
- Kauai: 115 cámaras
Los voluntarios recogen la dashcam en una oficina del HDOT, la instalan en su vehículo y conducen como siempre. La cámara solo envía al sistema oficial las imágenes del frontal del vehículo (no del interior), sin audio, un detalle importante en términos de privacidad. El resto de funciones —como la grabación interior o el sonido— quedan bajo control exclusivo del usuario a través de la app de Nextbase.
Mantenimiento predictivo: baches, maleza y guardarraíles dañados
El gran objetivo del programa no es tanto “espiar” a los conductores como convertirlos en sensores móviles para mantener la red de carreteras en mejor estado y con menos coste.
El sistema de Blyncsy convierte los vídeos en imágenes fijas y las somete a modelos de visión por computador capaces de identificar:
- Baches y grietas en el pavimento.
- Daños en guardarraíles.
- Problemas de visibilidad en la señalización horizontal (pintura de carriles).
- Vegetación que invade el arcén o tapa señales.
- Presencia de escombros u otros objetos peligrosos en la calzada.
Según los datos presentados por la propia compañía, este enfoque permite reducir en torno a un 95 % las inspecciones manuales, ahorrar cientos de miles de dólares frente a métodos tradicionales como las campañas con LiDAR y disminuir las emisiones ligadas a vehículos de inspección dedicados.
Además, la información se integra en el sistema de gestión de mantenimiento de carreteras del estado, lo que facilita priorizar reparaciones urgentes y crear un calendario de actuaciones mucho más ajustado a la realidad.
Un programa nacido de un problema muy serio
El contexto ayuda a entender la apuesta. Hawái lleva años preocupada por el aumento de la siniestralidad. Más del 90 % de las muertes en carretera están relacionadas con errores humanos y, solo en 2025, se habían registrado ya 98 fallecidos, un 32 % más que en el mismo periodo del año anterior.
Con este escenario, las autoridades buscan combinar infraestructuras mejor conservadas con un mayor control de las conductas peligrosas al volante.
También contra el “road rage” y la conducción temeraria
Eyes on the Road tiene una segunda vertiente: la seguridad vial frente a comportamientos agresivos. Los conductores que participan en el programa pueden usar la app asociada a la cámara para descargar clips concretos y enviarlos directamente a las fuerzas de seguridad cuando presencian una situación de riesgo evidente:
- conducción temeraria,
- adelantamientos peligrosos,
- agresiones entre conductores,
- o incidentes con ciclistas y peatones.
No se trata, al menos por ahora, de un sistema de vigilancia automática con multas generadas por algoritmos, sino de una herramienta para documentar mejor los incidentes y facilitar el trabajo de la policía cuando hay denuncias.
¿Y la privacidad?
Cualquier iniciativa que combine cámaras, datos de geolocalización e inteligencia artificial en espacios públicos abre inmediatamente el debate sobre privacidad.
El programa intenta mitigar estas preocupaciones con varias medidas:
- Solo se usa la cámara delantera para los análisis oficiales.
- No se envía audio al sistema del HDOT.
- El usuario mantiene el control sobre el resto de imágenes y puede utilizarlas, por ejemplo, para justificar un accidente ante su seguro.
Aun así, organizaciones de derechos civiles y expertos en protección de datos suelen recordar que este tipo de proyectos necesita reglas claras: tiempos de conservación de las imágenes, límites al uso policial, anonimización efectiva de matrículas y rostros cuando no hay investigaciones en marcha, y transparencia sobre quién accede a los datos y con qué finalidad.
¿Un modelo exportable a otros países?
Más allá del caso concreto de Hawái, la iniciativa abre una puerta interesante: usar flotas de vehículos particulares equipados con dashcams como red distribuida de sensores urbanos.
En países como España, donde la Dirección General de Tráfico (DGT) ya utiliza helicópteros, drones y cámaras fijas para vigilar las carreteras, un programa inspirado en Eyes on the Road plantearía un debate intenso.
A su favor, ofrecería:
- Información continua sobre el estado real del firme y la señalización.
- Detección rápida de puntos negros, desprendimientos o obstáculos.
- Un refuerzo probatorio en accidentes graves o conductas extremas.
En contra, habría que valorar:
- El riesgo de crear una sensación de “vigilancia permanente” entre conductores.
- La posible utilización de las imágenes para fines distintos a los anunciados.
- Las dudas sobre quién paga, quién gestiona y quién garantiza el anonimato.
Lo que sí parece claro es que la combinación de cámaras de a bordo y algoritmos de visión por computador va camino de convertirse en una herramienta habitual en la gestión de infraestructuras. La experiencia de Hawái servirá como prueba de fuego para comprobar si este modelo realmente reduce accidentes y mejora el mantenimiento… o si, por el contrario, alimenta más suspicacias que resultados.
Mientras tanto, las carreteras del archipiélago ya circulan bajo la mirada de mil ojos electrónicos que, si todo va según lo previsto, ayudarán a salvar vidas y a tapar baches antes de que se conviertan en una tragedia.
vía: notebookcheck, DOT y Noticias de Madrid.
