Las reuniones son una parte esencial en la dinámica laboral. Son el espacio donde se toman decisiones, se comparten ideas y se coordina el trabajo en equipo. Sin embargo, en un mundo donde la tecnología y las notificaciones son omnipresentes, un factor parece estar perjudicando la productividad de estos encuentros: el móvil.
El simple hecho de tener el teléfono cerca en una reunión puede convertirse en una fuente de distracción significativa. Aunque muchos participantes optan por colocar su móvil con la pantalla mirando hacia la mesa, la tentación de mirar las notificaciones sigue presente, afectando la concentración y la dinámica de la reunión. Y no se trata solo de una cuestión de educación o buenos modales, sino de cómo la atención dividida puede afectar los resultados de una reunión.
El problema de las notificaciones constantes
En numerosas ocasiones, es común observar cómo los asistentes revisan sus teléfonos en medio de una conversación, interrumpiendo el flujo de la reunión. Aunque puede parecer inofensivo, las pequeñas interrupciones constantes tienen un impacto acumulativo en la calidad de la interacción y el rendimiento general de la reunión.
El fenómeno de la «nomofobia», o la ansiedad por estar sin el móvil, es cada vez más frecuente en entornos laborales. Esta incapacidad de desligarse de los dispositivos móviles no solo afecta la atención, sino que también puede generar una sensación de urgencia innecesaria que interrumpe el proceso de comunicación. Las reuniones son espacios de concentración, y cualquier elemento que interfiera con la atención plena puede hacer que se pierdan detalles importantes o incluso llevar a malentendidos.
La importancia de prestar atención completa
Cuando se está en una reunión, es fundamental prestar atención al 100%. No solo se trata de escuchar las palabras, sino de entender los matices, el lenguaje corporal y las señales que emiten los demás participantes. Las dinámicas de grupo se ven afectadas si un miembro no está completamente involucrado, lo que puede afectar la eficiencia del encuentro y el resultado esperado.
Un simple gesto como guardar el móvil puede hacer una gran diferencia. Si cada participante deja de lado su dispositivo y se dedica a escuchar, la reunión tendrá una mayor fluidez, los temas serán tratados con más profundidad y se incrementará la colaboración entre los asistentes. El móvil, al final, es solo una distracción más que aleja a los participantes del objetivo principal de la reunión: la comunicación efectiva.
La regla de oro: «Guarda el móvil»
Aunque las reuniones son espacios de interacción, también lo son de trabajo. Si tu objetivo es que la reunión sea realmente productiva, lo mejor es guardar el móvil. No se trata de rechazar la tecnología, sino de usarla de manera consciente y responsable. Los descansos o el tiempo entre reuniones son momentos adecuados para consultar las notificaciones, pero durante el encuentro, el móvil no debe ser un foco de atención.
El impacto de una reunión exitosa depende en gran medida de cómo cada miembro del equipo se compromete a ella. El simple acto de guardar el teléfono no solo mejora la dinámica, sino que también muestra respeto hacia los demás y hacia el propósito del encuentro.
Conclusión
El móvil, si bien es una herramienta indispensable en el día a día, no tiene cabida en una reunión productiva. Dejar el dispositivo guardado y dedicar tiempo y atención a lo que ocurre en la sala de reuniones puede marcar la diferencia entre una reunión mediocre y una reunión realmente eficaz. Si bien la tecnología es parte de nuestras vidas, la atención plena y la comunicación cara a cara siguen siendo las claves para generar resultados concretos en el ámbito profesional.