Han pasado 43 años desde que un disco plateado de apenas 12 centímetros de diámetro cambió para siempre la forma de escuchar música y almacenar datos. El 17 de agosto de 1982, la planta de Polygram en Alemania prensó las primeras copias comerciales de The Visitors, de ABBA. Aquella fecha marcó el inicio de la era del Compact Disc (CD), un formato que no solo transformó la industria musical, sino que también abrió camino a la informática doméstica y al universo multimedia de los años noventa.
Aunque en los albores del siglo XXI llegó a mover cerca de mil millones de unidades anuales en todo el mundo, el CD cayó en picado con la llegada de Internet, el MP3 y el streaming. Sin embargo, lejos de extinguirse, el formato ha demostrado una resistencia inesperada: hoy sigue teniendo adeptos, coleccionistas y artistas que lo mantienen vivo en plena era de la nube.
Un origen marcado por Beethoven y la colaboración Sony-Philips
El CD fue el resultado de una colaboración inédita entre Philips y Sony en 1979. Ambas compañías buscaban crear un soporte digital capaz de superar en calidad y durabilidad al vinilo y al casete. Las primeras pruebas de Philips apuntaban a discos de 11,5 centímetros de diámetro, suficientes para una hora de música. Pero la balanza se inclinó hacia un diseño de 12 centímetros y 74 minutos de capacidad, suficiente para contener la Novena Sinfonía de Beethoven, obra favorita del entonces presidente de Sony, Norio Ohga.
La historia tiene otras versiones: algunos atribuyen la duración estándar al director Herbert von Karajan, quien defendía que el formato debía permitir escuchar una sinfonía completa sin interrupciones. También se cita la famosa grabación de Wilhelm Furtwängler en 1951, de 74 minutos exactos, como inspiración.
Sea como fuere, en 1980 se publicó el estándar técnico Red Book, que fijaba la base del Compact Disc Digital Audio (CD-DA). El resto es historia.
Primeras ediciones y expansión mundial
El primer álbum prensado en CD fue The Visitors, pero la primera tirada comercial lanzada en Japón en octubre de 1982 fue 52nd Street de Billy Joel. En Europa y Estados Unidos, los reproductores y discos llegaron en marzo de 1983.

En apenas unos años, el CD pasó de ser un lujo caro —los primeros reproductores superaban los 1.000 dólares— a convertirse en el formato dominante. En 1985, Dire Straits hizo historia con Brothers in Arms, primer disco en vender más de un millón de copias en CD. Dos años después, los Beatles vieron sus primeros álbumes editados en el nuevo formato.
A comienzos de los años 90, el CD había superado en ventas al vinilo y al casete en mercados como el estadounidense. En el año 2000 alcanzó su cénit: 943 millones de unidades vendidas solo en Estados Unidos, equivalente al 92,3 % del mercado musical.
Más allá de la música: la revolución en los ordenadores
Aunque nació como formato musical, el CD pronto se adaptó a otros usos. En 1985 se definió el estándar Yellow Book, que permitía almacenar datos digitales y dio origen al CD-ROM.
La evolución fue imparable:
- CD-R (grabable): introducido en 1990, permitía grabar datos de forma permanente.
- CD-RW (regrabable): llegó a mediados de los 90, ofreciendo la posibilidad de borrar y reutilizar discos.
- CD-i y CD-Extra: formatos híbridos que mezclaban música, datos y contenido interactivo.
- Photo CD: impulsado por Kodak en 1992, ideado para almacenar y proyectar fotografías.
- Video CD (VCD) y Super Video CD (SVCD): alternativas de bajo coste al VHS, muy populares en Asia.
- SACD (Super Audio CD): desarrollado en 1999 por Sony y Philips, buscaba ofrecer audio de alta resolución, aunque nunca despegó masivamente.

El CD-ROM y sus derivados no solo revolucionaron el almacenamiento personal, sino que se convirtieron en columna vertebral de la industria del software, los videojuegos y la educación durante más de una década.
El declive en la era digital
Con la llegada del MP3, la piratería y, más tarde, las plataformas de streaming, las ventas de CD comenzaron a desplomarse en la década de 2000. En 2018, las ventas en Estados Unidos cayeron a 52 millones de unidades, menos del 6 % de lo alcanzado en el año 2000.
Las grandes cadenas de distribución retiraron progresivamente el formato de sus estanterías, mientras los fabricantes de automóviles eliminaron los reproductores de CD en favor de entradas auxiliares, USB y Bluetooth. En 2012, los discos ópticos representaban solo el 34 % del mercado musical estadounidense, frente a más del 80 % que seguían ocupando en Japón.
El inesperado renacer del disco plateado
Contra todo pronóstico, el CD ha experimentado un leve resurgir en los últimos años. En 2021, las ventas crecieron en Estados Unidos por primera vez desde 2004, impulsadas por coleccionistas, audiófilos y jóvenes que descubren el placer de poseer música en formato físico.
Fenómenos como Taylor Swift han reforzado esta tendencia. Su último álbum, The Tortured Poets Department, cuenta con casi 20 ediciones físicas distintas en CD, además de vinilos y cassettes. En Francia, en 2023, se vendieron 10,5 millones de CDs, casi el doble que vinilos, representando un 12 % de los ingresos de la industria musical.
El fenómeno conecta con un cambio cultural: frente a la volatilidad de lo digital, el CD ofrece tangibilidad, colección y calidad estable, atributos que el público joven comienza a revalorizar.
Anatomía técnica del CD
El CD mide 120 milímetros de diámetro y 1,2 milímetros de grosor. Puede almacenar de 650 a 870 MiB de datos o entre 74 y 99 minutos de audio, gracias a un sistema de codificación digital basado en la modulación EFM y la corrección de errores CIRC.
La información se graba en una espiral microscópica de pits y lands (hendiduras y superficies planas) que un láser de 780 nm lee sin contacto físico, evitando el desgaste del soporte.

A lo largo de los años surgieron variantes técnicas como los Mini-CDs (60 a 80 mm de diámetro), los SHM-CDs en Japón, con materiales de mayor transparencia, o híbridos como el VinylDisc, que combinaba CD y vinilo en una misma pieza.
Legado y futuro
El CD fue, junto al vinilo, el último gran formato físico capaz de dominar el mercado musical mundial. Su legado va más allá de lo comercial: permitió democratizar la música digital sin pérdida de calidad, impulsó la informática multimedia y creó una cultura de coleccionismo que hoy sobrevive en nuevas generaciones.
En un momento en que los servicios de streaming monopolizan el consumo de música, el CD mantiene un papel simbólico y práctico. Es una cápsula tangible de memoria, un soporte fiable para archivos personales y, para muchos, una experiencia de escucha más íntima que cualquier playlist en línea.
Preguntas frecuentes (FAQ)
1. ¿Cuánto dura realmente un CD bien conservado?
Un CD prensado en fábrica puede durar entre 30 y 100 años si se almacena en condiciones adecuadas. Los CD-R y CD-RW, al usar tintes y aleaciones, suelen tener una vida útil más corta, de 20 a 50 años, dependiendo de la calidad del disco y el entorno.
2. ¿Por qué el CD estándar dura 74 minutos?
Existen varias teorías: la más popular señala que Sony insistió en que el disco pudiera contener la Novena Sinfonía de Beethoven sin interrupciones. Sin embargo, ingenieros de Philips apuntan a decisiones técnicas de codificación y densidad de datos.
3. ¿Qué diferencias hay entre CD, CD-R y CD-RW?
- CD: prensado en fábrica, solo lectura.
- CD-R: grabable una sola vez mediante láser que altera un tinte sensible.
- CD-RW: regrabable, usa aleaciones que permiten borrar y reescribir datos varias veces.
4. ¿Se siguen fabricando reproductores de CD en 2025?
Sí, aunque en menor escala. Existen reproductores portátiles, equipos Hi-Fi modernos con bandeja de CD y unidades externas USB para ordenadores, lo que permite seguir usando colecciones antiguas o grabar discos nuevos.